viernes, 14 de enero de 2011

¡Puerto Rico está caótico!

Se viven en Puerto Rico momentos muy difíciles. Ver y escuchar noticias tan espeluznantes era algo totalmente inesperado. Si me hubieran dicho que un puertorriqueño sería capaz de quemar vivos a los miembros de su familia después de supuestamente haberlo planificado meticulosamente, jamás lo hubiese creído; que una mujer incitaría a su esposo a tirotear mortalmente a sus padres, cuñada y hermano; que una madre permitiría que se hicieran orgias usando a sus hijos como protagonistas de los abominables hechos; que una niña asfixiaría a su hija recién nacida porque fue abusada y la bebé no tendría padre; que malhechores se disfrazan de policías para cometer fechorías en nuestros propios hogares;  que no puedo confiar en la policía porque le dan protección a los delincuentes y los agentes que quedan no hacen bien su trabajo; que los políticos se enriquecen y miran hacia el lado mientras tanta gente pierde su empleo, su casa, su vida, ¡que están rompiendo el país en pedazos!; que solucionar los problemas de la universidad de todos solo le importa a unos pocos (y parece que muy poco); que algunos estudiantes hayan perdido su norte e irresponsablemente destruyan parte de lo que supuestamente defienden; que nuestros viejos no estén recibiendo los servicios de salud que necesitan porque algunos “sin conciencia” se enriquecen, sin importarles crear un problema de salud pública; que en el primer día de clases muchos maestros no hayan ofrecido sus cursos porque los estudiantes faltaron a la escuela (por irresponsabilidad de los padres) o que los pocos que sí asistieron tampoco recibieron su educación (por irresponsabilidad de los maestros que debieron dar las clases aunque fuera a un solo estudiante); y la criminalidad, ¡ay la criminalidad!, que nos arropa y nos ahoga. ¿Qué más podemos esperar de un ser humano? ¿Será que ya no nos debe sorprender nada?  Como muchos otros puertorriqueños, lamento profundamente el estado de descomposición en que se encuentra nuestra hermosa isla. ¡Puerto Rico está caótico! Y es que así mismo me siento, en lo más profundo (y también en lo más superficial) de mi ser. Aun utilizando todo el aprendizaje de inteligencia emocional y de manejo de conflictos adquirido, la información que recibo, a través de todos mis sentidos, me hace tener momentos de incertidumbre, más seguidos de lo que esperaba. Cada día es un dilema. Pienso tanto en los modales, en los valores y los buenos ejemplos que me brindaron mis padres, mis tíos, mis abuelos. Estoy convencida de que fue la base de una familia ejemplar, con defectos y virtudes (más virtudes que defectos), pero todos excelentes puertorriqueños.  Y esto hace reafirmarme en que tendremos el Puerto Rico que queremos cuando los valores vuelvan a ser parte fundamental e indispensable de las familias puertorriqueñas. Mientras tanto, muy a mi pesar, tendremos que vivir (y sobrevivir) en este caos muchos años más.

Elayne M. Rodríguez – González ©
Todos los derechos reservados, 2011

 

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